HERON CITY (I parte)
Heron City lo componen 45 locales con un total de l32.000 metros cuadrados.
Cuando el grupo inversor británico Heron se planteó construir en Barcelona, encargó un informe para ver si las antiguas cocheras de la Renfe-Meridiana eran un lugar apropiado para albergar locales nocturnos. El informe fue rotundo en ese aspecto: “Ubicación inmejorable: al lado de un cementerio. Sin problemas con el vecindario.”
Dicho y hecho. Encargaron la obra a un arquitecto “novato”: Juli Capella. Sin una trayectoria constructora sólida por aquellos años, Capella sí tenía un gran ascendente en la Barcelona del Disseny. (Bardiss) Director de la revista Ardi y del FAD, el hombre confrontó su amplia cultura mediterránea con la fría praxis de los inversores/invasores ingleses: “Cuando hicimos el Heron City- dice Capella- me obligaron a ir a EE.UU., a Orlando y cuando volví me preguntaron qué tema escogería y contesté que no iba a tematizar el lugar. Elegí como referente a la ciudad a Barcelona e hice una plaza abierta que querían cerrar porque en América es necesario poner aire acondicionado. Pero en Barcelona no. Además solo llueve 20 días al año y quedó como la plaza del pueblo pero del siglo XXI.” Efectivamente, Heron City, además de pueblerino, pretende representar el “Pla de Barcelona” encajonado entre la playa (La discoteca, decorada con unas palmeras metálicas que se iluminan) y la montaña (zona de restaurantes). Cómo es lógico, no faltan réplicas chuscas de trencadis gaudiano y otros motivos alusivos (¿columnas orgánicas?) al genio de Reus (perdón por la redundancia)
El conjunto se completa en su zona este con un edificio de unas 10 plantas ocupado por el hotel Ibis, que viene rematado por un paralepípedo de neón de una veintena de metros que cambia de color, del azul al rojo y viceversa sin motivo aparente. A día de hoy, aproximadamente un 15% de los neones están fundidos, porcentaje creciente.
“Traté de no caer en el kitsch pero sí hay espectáculo, dando con el gusto popular” asume Capella “Yo he visto discotecas racionalistas pero no va nadie. Tú tienes que ser expresionista haciendo ocio” Heron City es, sin duda un singular conjunto de arquitectura expresio-tunning.
Tiempo después, y quizá por la maldición lanzada por Lisa Ronson o por el efecto devorador de la periferia (algo similar al efecto que tuvo la selva sobre la cultura maya) lo que debía ser una reputada discoteca “house” pasó a discoteca de tarde para menores que pincha éxitos de los 80 por la noche. El bar con ínfulas Flash-flash, hoy es territorio del perreo reggaetón. En los cines, sin embargo, sigue haciendo frío. La oferta se completa con un gimnasio propiedad de Virgin y una bolera propiedad de la gallega Cirsa.
Curiosidades
El susto del Dragón
Cuentan que en una de las primeras reuniones entre Capella y los señores de Heron, éstos preguntaron por el significado del nombre de la zona: Can Dragó (1) Los barceloneses, lógicamente desconocedores de esa remota zona, tradujeron literalmente: La casa del dragón. Y cuentan también que a los ejecutivos se les ocurrió una brillante idea: enroscar en el espolón del hotel Ibis un inmenso dragón chino de neón multicolor. Los esfuerzos del equipo romanizado frente al bárbaro para dejar el pirulí en una figura levemente bladerruniana fueron, cuentan, hercúleos. Una lástima. Si los 90 tuvieron la gamba mariscaliana, en el principio de siglo, Bardiss pedía un dragón chino.
Mercado informal
Tras la demolición de las casas baratas de Can Tunis, el menudeo de la droga tuvo, al igual que tantos mercados municipales, que buscar acomodo. Y lo hizo junto a Heron City. La zona tiene una larga tradición de venta y consumo que irradia del célebre bloque llamado “Fort apache” y se extiende hasta las casas de más allá del Pont del Dragó. Durante un tiempo, los yonkis se pinchaban en los bancos que hay entre la discoteca y el cementerio, con los ojos puestos en el Corte Inglés. Despreciando la belleza que desprendía la justicia poética que brindaba el lugar, los vecinos se quejaron y los Mossos, desde la comisaría que tienen en los bajos de Fort Apache, desplazaron a los yonkos. Durante ese fugaz y especial momento de la Historia, al lugar se le conoció como Heroin City.
(1) Según parece, el nombre viene de cuando en estos terrenos acamparon un regimiento de dragones (caballería pesada) felipista durante el asedio de Barcelona del 1713-1714