lunes, 15 de enero de 2007

CAN TUNIS


La barriada que da nombre a la ladera sur de Montjuïc había sido en la Edad Media un poblado de pescadores conocido por la capilla de la Mare de Déu del Port, donde recalaban piratas tunecinos, de ahí el nombre. Posteriormente, el crecimiento de Barcelona relegó el barrio a la marginación, y se sabe que a principios del siglo XX se ejercía la prostitución de menores en los barracones que rodeaban el cementerio. En los años setenta, década de iniciativas, se intentó llevar a cabo un proyecto de urbanización que acabara con el chabolismo (más grave que las chabolas) de las numerosas familias gitanas que poblaban el lugar. Este proyecto se llamó “Avillar Chavorros” que en caló significa “Venid, niños”, y así bautizaron a la escuela de enseñanza primaria que pretendía atender a los niños del barrio. Pero a mediados de los años ochenta llegó la heroína de los barrios marginales de toda España, aquellos barrios que pasarían a la historia por todo aquello que llegaron a ser a pesar de las instituciones y por culpa de ellas. Esos barrios que adquieren la fama que merece su abandono. La heroína que te disfraza de lo que eres y habla por ti porque aparte de ella no tienes nada más, porque se han negado a darte nada más y la heroína les da la razón a ellos y a ti también. Las paredes desconchadas de las chabolas se volvieron más blancas aún y las ratas, empeñadas en mantener su grisura, hicieron el resto. Para saber lo que ocurrió después, visitad la tesis de Enrique Ilundian que encontraréis en
http://www.fundacionmhm.org/pdf/Mono5/Articulos/articulo7.pdf

La ladera sur de Montjuïc es la alfombra que esconde el polvo de las fábricas que han hecho de Cataluña el pastel de boda de una España insostenible en su calendario.
Pero lo curioso es que sabemos mucho más de lo que Can Tunis ha inspirado que su realidad palpable. De este modo, tenemos la película “Los Tarantos” de Rovira-Beleta, una especie de Romeo y Julieta a la gitana y al más puro estilo Douglas Sirk, con Carmen Amaya y Antonio Gades, y el grandioso poema de Jaime Gil de Biedma “Barcelona ja no és bona, o mi paseo solitario en primavera” del que transcribo el final:

Sólo montaña arriba, cerca ya del castillo,
de sus fosos quemados por los fusilamientos,
dan señales de vida los murcianos.
Y yo subo despacio por las escalinatas
sintiéndome observado, tropezando con las piedras
en donde las higueras agarran sus raíces,
mientras oigo a estos chavas nacidos en el Sur
hablarse en catalán, y pienso, a un mismo tiempo,
en mi pasado y en mi porvenir.

Sean ellos sin más preparación
que su instinto de vida
más fuertes al final que el patrón que les paga
y que el salta-taulells que les desprecia:
que la ciudad les pertenezca un día.
Como les pertenece esta montaña,
Este despedazado anfiteatro
de las nostalgias de una burguesía.

La alegría con la que los vecinos acogen los nuevos proyectos de saneamiento de Can Tunis contrasta con la lista de prioridades de un gobierno y un ayuntamiento que han tardado más de veinte años en preocuparse del asunto. El trabajo de las excavadoras ha finalizado. Ahora, es como el chiste de Eugenio: “-Vale gracias, pero ¿hay alguien más?”

Hay un documental reciente sobre el Can Tunis actual. Si buscáis “Can Tunis” en el YouTube, la primera opción es una entrevista a los directores y extractos de la película.

Si queréis leer las opiniones de un vecino de Can Tunis (creo que son verdaderas) clicad:
http://www.20minutos.es/noticia/2658/0/tunis/cambia/clientela/

Y…bueno, esta página es demencial:
http://www.fallingrain.com/world/SP/56/Can_Tunis.html

1 comentario:

Júlia dijo...

La escuela del barrio Avillar Chamorros fue modèlica, obtuvo éxitos, y, como tantas cosas, se dejó perder. Una zona tuvo, hasta los cuarenta y quizá más, lugar para baños y playa.